cercan en ricas vueltas, do el tirano
señor teje los lazos con su mano,
y arde en la dulce luz, resplandeciente,
cuando el invierno frío se presente
vencedor de las flores del verano,
el purpúreo color tornado vano,
en plata volverán su lustre ardiente.
Y no por eso amor mudará el puesto,
que el valor lo asegura y cortesía,
el ingenio y del alma la nobleza.
Es mi cadena y fuego el pecho honesto,
y virtud generosa, Lumbre mía,
de vuestra eterna, angélica belleza.
Fernando de Herrera (1534-1597)
Por Francisco Javier Jiménez Bautista
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