Epic,
la última película de , director de “Ice Age” y
“Río”, razonablemente entretenida y con un gusto por lo
artesanal y el detalle en los planos cortos, ha sido la digna
fantasía heroica mini de este verano. Basada en el libro “The Leaf
men and the Brave Good Bugs”, y ambientada con la música de Danny
Elfman, nos traslada a un mundo de diminutos seres que intentan
salvar su habitat en pos de la conservación de la naturaleza y por
ende, nuestro mundo.
Mary
Katherine se traslada al bosque con el firme propósito de mejorar la
relación con su padre, el profesor Bomba, científico que está
totalmente obsesionado con la idea de que existen otras dimensiones,
otros mundos, mucho más pequeños que éste, y por arte de magia se
traslada a ese recóndito universo, donde se une a un equipo formado
por guerreros de élite y un conjunto de graciosos y extraordinarios
seres que luchan sin descanso contra los Boggans, los malos
malísimos, oscuros, grises, feos, enjutos, desproporcionados,
paladines y portaestandartes del Mal.
Aunque
la película adolece de carisma,peca de obvia y de exiguos alicientes
para el público adulto, es espectacular en lo visual, tierna,
agradable en su recorrido. Uno sale del cine feliz, con ganas de
formar parte del bando del Bien, de reciclar, no montar nunca más en
coche, creer que todo es posible, que somos mucho y nada al mismo
tiempo, que no hay nada como soñar y dejar volar la imaginación,
no juzgar a aquellos que tienen la valentía de no formar parte de la
norma, de lo establecido, de lo catalogado como normal,correcto,
propio, adecuado, y no dejan de preguntarse cosas, y vuelan, y
buscan la singularidad, el defecto, lo distinto.
Marta Sánchez Flores
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