TRILOGÍA DE CORFÚ de Gerald
Durrell.
“Mi familia y otros
animales”, “Bichos y demás parientes” y “El jardín de los dioses” son los tres
volúmenes que integran la llamada Trilogía de Corfú, obra en la que Gerald
Durrell, escritor y naturalista, nos cuenta con su magnífica prosa las
historias vividas durante la estancia con su familia en la isla griega de
Corfú.
Gerald (Gerry) Durrell había
nacido en la India en 1925 pues su padre –un ingeniero civil británico- estuvo
destinado en este país hasta su muerte en 1928. Esta circunstancia fue la que
propició el regreso de la familia Durrell a Gran Bretaña para instalarse poco
tiempo después en la isla de Corfú. Los parajes naturales de esta isla del
Mediterráneo, prácticamente intactos en aquella época, hicieron que Gerry
desarrollara desde temprana edad una gran afición por los animales y la
naturaleza en general.
Obligado a instalarse
nuevamente en Gran Bretaña en 1945 debido a la Segunda Guerra Mundial, el autor
comenzó a trabajar en un parque zoológico, lo que le permitió viajar por
diversos países para capturar animales. En 1958 funda el Parque Zoológico de
Jersey y a partir de este momento se dedica a labores de conservacionismo
creando fundaciones en diversos países hasta su muerte en 1995. En la
actualidad, la Wildlife Conservation Trust mantiene vivo su legado y su
recuerdo.
Gerald Durrell
La primera parte de esta
trilogía, “Mi familia y otros animales”, tiene un original estilo narrativo y
combina varios géneros como el retrato de gentes y lugares, la autobiografía y el
relato humorístico. Los personajes que aparecen en sus páginas son retratados
con inteligencia y ternura, desde su hermano Larry –futuro escritor-, hasta
mamá Durrell y su sentido común, pasando por Spiro, el corfuano angloparlante
cuya forma de expresarse arroja párrafos deliciosos e hilarantes:
“-Esos canallás se creen que es
suyas la islas- dijo Spiro.
Una vez tomado el mando, Spiro se
nos pegó como una lapa. De taxista había pasado en pocas horas a ser nuestro
defensor, y a la semana era ya nuestro guía, filósofo y amigo personal.
Convertido en un miembro más de la familia, apenas había cosa que hiciéramos o
proyectáramos en la que él no estuviera metido de algún modo. Siempre estaba
presente con sus gruñidos y su voz de toro, arreglando nuestras dificultades,
diciendo cuánto se debía pagar por cada cosa, vigilando nuestras actividades e
informando a Mamá de todo lo que según él debía saber. Este angelote moreno y
feo nos cuidaba con tanta ternura como si fuéramos niños ligeramente
retrasadillos. A Mamá la adoraba francamente, y dondequiera que estuviésemos se
dedicaba a pregonar sus alabanzas, con gran bochorno por su parte.”
Isla griega de Corfú
En el segundo libro, “Bichos
y demás parientes”, el autor prosigue la narración de su infancia en la isla,
con el campo y el mar como única escuela, y la contemplación de los animales y de
la naturaleza en estado puro:
“Cada mañana, al despertar, me
encontraba el dormitorio atigrado por el sol que se colaba por los postigos.
Como siempre, los perros habían conseguido subirse a la cama sin que yo me
diera cuenta, y, ocupando más espacio del que en justicia les correspondía,
dormían con sueño justo y apacible. Ulises, posado junto a la ventana,
contemplaba fijamente las barras de luz dorada, reducidos sus ojos a una ranura
de malévola reprobación. Afuera se oía el ronco y sarcástico canto de un gallo
y el blanco murmurar de las gallinas que comían bajo los naranjos y los
limoneros, el campanilleo lejano de esquilas de cabras, el agudo piar de
gorriones en los aleros, y el súbito estallido de gritos sibilantes e
implorantes que indicaba que al nido de golondrinas de debajo de mi ventana
había llegado uno de los padres con un cargamento de comida para la prole…
luego paseaba la mirada sobre las plateadas copas de los olivos, hasta la playa
y el mar azul que se extendía a ochocientos metros de la casa.”
Una de las villas de la familia Durrell en Corfú
La trilogía se cierra con “El
jardín de los dioses”, obra en la que continúa la descripción de los paisajes y
las gentes de Corfú, así como de la fauna del territorio y de innumerables anécdotas
con estrafalarios personajes que siguen fascinando al lector como en el primer
libro:
“-Ah…, sí…, eh…, tenemos mucho gusto
en conocerle, Alteza –empezó a decir Mamá.
Jeejeebuoy soltó una exclamación y
se dio un cachete en la frente.
-¡Peste y condenación, otra vez mi
estúpido nombre! Mi querida señora Durrell, ¿cómo me lo podrá usted perdonar?
Príncipe es mi nombre de pila. Fue un capricho de mi madre por dar un toque de
realeza a mi humilde familia, ¿comprende usted? Amor de madre ¿verdad? El hijo
soñado que aspirará a áureas cimas, ¿eh? No, no, pobre mujer, debemos
disculparla, ¿verdad? Príncipe Jeejeebuoy, a secas, a sus pies.”
Gerald Durrell de niño
En definitiva, una obra muy
recomendable para los amantes de las grandes historias, bien escritas y
divertidas, ideal para leer tumbados a la sombra de un buen árbol.
Pilar López Ávila
Me encanta esta trilogía de Gerald Durrell. Me he reído muchísimo con los tres libros. Muy recomendables. Animaos!!
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