jueves, 24 de marzo de 2016

EL CASTILLO DE DIAMANTE

SIPNOSIS

Una novela sobre la tempestuosa relación que mantuvieron dos de las mujeres más importantes de nuestra historia: santa Teresa de Jesús y la princesa de Éboli. Durante el reinado de Felipe II, dos mujeres -Ana de Mendoza, princesa de Éboli, y santa Teresa de Jesús- sostienen una batalla sin cuartel y se abren paso, cada u na a su manera, en un mundo que pretende aplastarlas. La primera, en busca del triunfo mundano, trata de alcanzar la supremacía entre los grandes de España; la segunda, en busca de la unión plena con Dios, planta cara al fariseísmo religioso y burla las asechanzas del poder político.Deseosas ambas de hacer realidad sus anhelos interiores, acabarán enfrentándose cuando Ana de Mendoza requiera a Teresa de Jesús para que funde bajo su patrocinio un convento en Pastrana. A regañadientes, Teresa accederá a los deseos de la princesa, pero no tardarán en saltar chispas... En El castillo de diamante, Juan Manuel de Prada narra con gran brío y donaire este enfrentamiento, a la vez que se adentra en el alma de dos mujeres singulares e irreductibles y nos ofrece una visión sorprendente y original de una época en la que las expresiones más variadas de la fe religiosa libraban cortejo y combate con el poder político. Y todo ello con un estilo que bebe en las fuentes de la espiritualidad teresiana, la novela picaresca, el esperpento valleinclanesco y el humor cervantino. La aventura de la santidad y la disputa por el poder presentadas como una novela de caballerías a lo divino, en una obra que se inscribe en la mejor tradición de la literatura española

SOBRE EL AUTOR
 
Juan Manuel de Prada nació en Baracaldo (Vizcaya) en 1970. Siendo aún muy niño, sus padres volvieron a su tierra de origen, Zamora, donde Juan Manuel pasaría su infancia y adolescencia. En diversos artículos y entrevistas Juan Manuel de Prada ha destacado la importancia que en aquellos años de formación tuvo la figura de su abuelo, que le enseñaría a leer y escribir a una edad muy temprana, antes incluso de ir a la escuela. Con su abuelo solía ir a la biblioteca pública de Zamora casi todos los días; allí, mientras su abuelo consultaba la prensa, se empezaría a fraguar su vocación literaria. Lector voraz y también omnívoro, Juan Manuel de Prada cultivó desde la infancia gustos lectores bastante eclécticos; en alguna ocasión ha declarado que es capaz de disfrutar por igual de Marcel Proust y de Agatha Christie A los dieciséis años escribe su primer relato, El diablo de los destellos de nácar, inspirado en una excursión en compañía de su abuelo, con el que obtendrá un segundo premio en un certamen literario. En los años sucesivos, llegará a escribir cientos de cuentos, muchos de ellos premiados en concursos de ámbito nacional. Son, casi siempre, relatos en los que el ingrediente fantástico asoma pudorosamente. En el futuro, quienes deseen conocer a fondo la obra de Juan Manuel de Prada habrán de espigar entre publicaciones municipales y antologías descatalogadas para recomponer, siquiera mínimamente, el mapa de su prehistoria literaria. De aquellos años data un volumen de relatos titulado Una temporada en Melchinar, hoy inencontrable. También por aquellos años completó la traducción de algunas novelas de estética pulp, a las que siempre ha sido muy aficionado
  LA CRÍTICA

Juan Manuel de Prada y «El castillo de diamante»: la princesa contra la santa 

¿El odio? ¿La envidia? ¿Qué separó a dos mujeres tan distintas a simple vista como Teresa de Ahumada y Ana de Mendoza y de la Cerda, princesa de Éboli? ¿Y qué las unió, además del destino? ¿Quizá la admiración? El castillo de diamante es la propuesta que hace uan Manuel de PJrada para responder a estas preguntas. Repito: la propuesta. Porque el autor de Las máscaras del héroe y Morir bajo tu cielo no nos cuenta qué pasó, sino qué cree él que pasó. Qué pudo suceder.«Caballera andante de Su Majestad» –es decir, de Dios–, así se ve Teresa: «Mujer ruin y con más pecados que lunares es lo que soy». A pesar de ello, vive entre arrobamientos y, en más de una ocasión, al ir a comulgar, tiene que asirse a la reja que le separa del sacerdote para que su cuerpo no se eleve hasta el techo, prodigio que demuestra su amor de Dios. Hay veces que, en el refectorio, cuando los pies de Teresa se despegan más de un palmo del suelo, su fiel Isabel de Santo Domingo debe tirarle del hábito, impidiéndole que eche a volar. Y es que Teresa, para sentirse viva, «necesitaba platicar con Su Majestad y dejar que se le metiese hasta las cocinas del alma»; ese alma que, según ella, es un castillo de diamante.
abc.es
El castillo de diamante
Jesús Nieto Curado 

El castillo de diamante parte de una atractiva proposición, la de la compleja relación que mantuvieron dos de las mujeres más poderosas de su época: Teresa de Jesús y la Princesa de Éboli. En la interacción entre la noble y la Santa, Prada teje un completo tratado sobre las pasiones humanas. De alguna manera, la Princesa de Éboli de Prada es la réplica o la curiosa némesis de Santa Teresa; es la envidia de la noble por no encontrar el amor de Dios de Teresa el motor del libro. La recreación que hace Prada de Santa Teresa triunfa por lo arriesgado: va y viene de la comicidad cotidiana al misticismo, pero vive por sí misma, y de alguna manera guarda no pocas similitudes con la sor Lucía de Morir bajo tu cielo, tanto que parece un boceto aventurero de la Santa.


ENTREVISTAS


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Mª Vega de la Peña


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